sábado, 27 de diciembre de 2014

Los inicios

Toda esta historia empezó conmigo.
Llevo toda la vida quejándome de dolor de estómago, de las frecuentes gastroenteritis, de las diarreas...de pequeña incluso me negaba a comer. Mis padres me llevaban al médico, y lo más cercano a un diagnóstico que tuvieron fue un: " -Es de estómago delicado, y se le inflama el duodeno." Fin.

Así llevo toda la vida, pero tras dar a luz he caído en picado. He perdido 12 kg en 15 meses, y estoy ahora en 45.7 kg, midiendo 1.65. Aun así, nadie me decía que podía ser.


Entre tanto, mi hija, A, empezó a preocuparnos. Os cuento:


Pesó al nacer  3 kg, y midió 49 cm, Todo normal. Comía genial, la primera noche ya durmió 4 horas....era todo perfecto.

Con tres meses, se resfrió, algo sin importancia pero hizo que ese mes no cogiera tanto peso.
Al 4º mes, y viendo que la niña tenía interés por la comida, le introdujimos la fruta. Nunca he visto a un niño comerse la fruta como se la comía mi hija desde el primer día, le encantaba.
Empezamos con las verduras, y lo mismo que con la fruta, le duraba el plato 2 minutos.

Y es aquí cuando empieza lo bueno. Con 6 meses empezamos con los cereales con gluten. La niña, como siempre, como buena comiloncilla los aceptó de buen grado.

Unas semanas después, rechazo total por ellos. Pensamos que era normal, que no podía ser tan buena para todo...e insistíamos...insistimos e insistimos de tal manera que la niña ya no solo rechazaba la papilla de cereales, sino que la leche tampoco quería ni verla.

Aquí mi sentido arácnido me empezó a decir que algo no iba bien. Curioso esto del instinto maternal.


Observamos, que al introducirle otros alimentos las cacas iban cambiando de textura y color. Pero como no sabíamos que era normal y que no, cuando nos preguntaba su pediatra si era estreñida, nosotros decíamos que para nada, que hacía 4 o 5 cacas diarias. Nunca le dieron importancia a este dato.


La niña empezó a dejar de ganar peso...el mes que ganaba 200 gramos, para nosotros era una fiesta. Y con 9 meses dejó de crecer.


Y entonces, me transformé en una madre insistente y porculera. De esas que se cree que sabe más de su hija por madre, que el médico por muy pediatra que fuera. Y no me equivoqué.




No hay comentarios:

Publicar un comentario